Trabajadores protestan contra Ford y Bolsonaro por la decisión de la empresa de irse de Brasil

Trabajadores de Ford, la empresa que decidió cerrar sus tres fábricas en Brasil y despedir a las 5.000 personas que emplea en forma directa, protestaron hoy contra esa retirada y responsabilizaron al Gobierno del presidente Jair Bolsonaro, quien afirmó que la automotriz «desentona» con la supuesta recuperación industrial brasileña.

El impacto político y económico de la salida de Ford tras 101 años en Brasil causó un sinfín de reacciones, entre ellas la del gobernador de Bahía, Rui Costa, del Partido de los Trabajadores (PT), quien contó que se comunicó con la embajada de China en Brasilia para que busque inversores en el parque industrial que dejará la estadounidense en la ciudad de Camaçari.

Las primeras protestas contra la decisión de Ford fueron precisamente en Camaçari, en el interior de Bahía, donde la empresa tiene la primera fábrica de automóviles del Nordeste, abierta en 1997 con una política de incentivos fiscales que el Gobierno de Bolsonaro y su ministro de Economía, el ultraliberal Paulo Guedes, combaten.

En medio de esta política económica, Ford decidió ayer cerrar sus plantas en Brasil -en el marco de una reconversión tecnológica, explicó- y en el futuro importará sus unidades desde Argentina y Uruguay.

«Los propios ejecutivos de Ford nos dijeron que era por la inestabilidad económica y la incertidumbre del Gobierno federal», aseguró, sin embargo, el presidente del Sindicato de Metalúrgicos de Bahía, Julio Bomfim.

Bomfim dijo que la decisión de Ford es un «crimen» contra 12.000 empleos directos e indirectos y pidió que se investigue la concesión de créditos estatales y exenciones impositivas otorgados a la empresa.

El ministro Guedes, así como las oficialistas de la Federación de las Industrias del Estado de San Pablo (Fiesp) y la Confederación Nacional de la Industria, atribuyeron la decisión del gigante automotriz a un supuesto costo adicional que las empresas deben afrontar al operar en Brasil, conocido como «costo Brasil», por lo que concluyeron que lo que se necesita es un ajuste en el sector público y una baja de impuestos.

El presidente de la poderosa central empresaria Fiesp y uno de los articuladores del juicio político contra Dilma Rousseff en 2016, Paulo Skaf, afirmó que es necesario implementar una «agenda para reducir el costo Brasil, mejorar el ambiente de negocios y aumentar la competitividad».

En su retirada, Ford cerró también la planta paulista de Taubaté y la de Horizonte, en el estado de Ceará, aunque mantendrá su sede regional sudamericana, que funcionará para tareas administrativas, en la ciudad de San Pablo.

El golpe político al Gobierno fue indisimulable y, por eso, Bolsonaro y su gabinete reaccionaron de inmediato.

«El Ministerio de Economía lamenta la decisión global y estratégica de Ford de cerrar la producción en Brasil. La decisión desentona con la fuerte recuperación en la mayoría de los sectores de la industria del país, muchos con resultados superiores al período precrisis», sostuvo la cartera en un comunicado y mandó una señal a los sectores que ya piden ajuste y reformas.

El ministerio «trabaja intensamente en la reducción del Costo Brasil con iniciativas que ya promovieron avances importantes. Esto refuerza la necesidad de una rápida implementación de medidas de mejoras en el ambiente de negocios y de avanzar en reformas estructurales», agregó el texto.

Pese a la fuerte crisis provocada por la pandemia, el ministro de Economía, Paulo Guedes, sigue firme en su agenda de reforma tributaria y otra administrativa, que incluye un ajuste en el sector público.

Por eso, la noticia de Ford golpeó tan fuerte.

«Ford ganó bastante dinero en Brasil y me sorprende esta decisión con una empresa que está hace prácticamente cien años en el país. Creo que debió haber retrasado la decisión porque nuestro mercado consumidor es mucho más grande que los otros (de la región)», aseguró el vicepresidente brasileño, Hamilton Mourao, en diálogo con el canal CNN Brasil y reconoció: La noticia «no es buena».

Mientras tanto, desde la oposición, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, un exsindicalista metalúrgico que se forjó en los años 70 con las huelgas contra la dictadura en el Gran San Pablo, región donde se instalaron las principales automotrices, hizo un comentario irónico en Twitter comparando 2009 -cuando gobernaba- con 2021.

El líder del PT comparó la inversión anunciada por Ford en 2009, cuando Brasil se había convertido en la séptima economía mundial y tenía perspectivas de convertirse en uno de los cinco mercados principales de automóviles del mundo, con la realidad actual, en la que el país fue superado por España y cayó al noveno lugar del ranking de productores.

Además, el exministro de Planificación y de Economía de los gobiernos de Dilma Rousseff, Nelson Barbosa, advirtió que Brasil abandonó la política industrial en 2016 con la caída de la exmandataria en el juicio político que instaló al Gobierno de Michel Temer.

«El desastre comenzó con los fiscalistas del gobierno de Temer y se profundizó con los austríacos circenses del actual Gobierno. En lugar de hacer una transición suave de retiro de incentivos, optó por el fin abrupto de los programas de diversificación productiva, interrumpiendo el diálogo necesario con la industria nacional», sostuvo Barbosa.

Según el exministro, «mientras Brasil siga gobernado por terraplanistas, decisiones como la de Ford tienden a repetirse en otras empresas y sectores».

La bomba económica política de Ford fue conocida luego de que el banco más antiguo de las Américas y la entidad pública más grande de la región, el Banco do Brasil (BB), anunció un plan de retiro voluntario para desprenderse de 5.000 empleados y cerrar 315 sucursales.

En este contexto, el diputado Marcelo Freixo, del Partido Socialismo y Libertad, recordó en las últimas horas un discurso de Bolsonaro, en el cual afirmaba que si la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández le ganaba Mauricio Macri a finales de 2019, los argentinos iban a escapar desesperados hacia Brasil.

«¿Se acuerdan cuando Bolsonaro dijo que si la izquierda vencía en Argentina nuestros vecinos escaparían desesperados hacia acá? Bueno, Ford cerrará TODAS las fábricas en Brasil y mantendrá la producción en Uruguay y Argentina. Las bravuconadas no generan empleo ni sacarán al país del agujero en el que está», sentenció el diputado opositor.

Foto: AFP-Télam