por Federico Picone / dotpod.com.ar
A partir del próximo 11 de junio de 2018, la neutralidad de la red morirá en Estados Unidos.
Desde el 11 de junio de 2018 y gracias a un decreto de Donald Trump, se dará inicio a la neutralidad de la red en los Estados Unidos, algo que cambiará para siempre la manera en que utilizamos y disfrutamos de la gran red de redes. ¿Qué es la neutralidad? Que todos los paquetes de datos deben ser tratados igual. Que ni los proveedores de conexión Internet ni los operadores de banda ancha pueden discriminar arbitrariamente ningún paquete.
Para entenderlo mejor, toda la información que circula a través de Internet lo hace encapsulada en paquetes de datos. No importa si es un mensaje de Whatsapp, una foto de Instagram, una canción de Spotify, una película de Netflix o simplemente una página que visitamos, la información circula como paquetes discretos que se mueven de forma autónoma, independiente y adaptable. Con la derogación de la neutralidad, los proveedores de servicios de Internet se verán ante la posibilidad de controlar la distribución de la información. Las implicaciones de esto son bastante polémicas, ya que las empresas podrían, por ejemplo, vender “paquetes” autorizando sólo el acceso a una cantidad limitada de sitios, al igual que sucede con la televisión por cable y las denominadas “Señales Premium”, que muchos de nosotros pagamos con costo diferencial. También hasta podría facilitarse el camino a la abierta censura de información o noticias determinadas. El costo que se les podría imponer a las generadoras de contenido, al mismo tiempo, podría trasladarse a los usuarios. Así, por ejemplo, si Netflix se viera obligado a pagar para incluir sus servicios en paquetes “Premium”, los consumidores absorberían el costo igual que sucedió con la imposición de pago de IVA al servicio de streaming. Si lo analizamos en detalle, esto en nuestro país tendría sentido, ya que por ejemplo el mayor proveedor de internet y de televisión por cable es Cablevisión Fibertel y su servicio Flow, es un competidor directo del servicio de streaming Netflix, por lo que tranquilamente y gracias al fin de la neutralidad, si esta se traslada a la Argentina, podría obligar a sus usuarios a pagar extra para poder utilizarlo.
Claro que los mayores perjudicados de esta nueva historia, no son ni Google, ni Facebook, ni Netflix, ni YouTube, porque la popularidad ya la tienen y los internautas ya son usuarios de estos servicios, sino todos los nuevos proyectos, sitios o startups que recién empiezan y que no pueden pagarle a las proveedores para tener trato preferencial o el mismo que el resto de los servicios. Si un emprendedor tiene una buena idea y da de alta una app o un sitio, la velocidad a la que los usuarios acceden al mismo podría ser mucho más baja que la que disponen al acceder a sitios como clarin.com o lanacion.com, por ejemplo.
Es probable que dentro de poco tiempo comencemos a ver esos efectos, pero es imposible estimar su impacto tanto dentro como fuera de las fronteras de los Estados Unidos. Lo seguro de todo esto es que muchos seguirán pregonando por el regreso de esas reglas de neutralidad en la red, y solo podemos esperar a que de la misma forma que el gobierno de Donald Trump ha tenido éxito en este ámbito, futuros gobernantes en ese país detengan este tipo de acciones.
Todos somos usuarios de Internet, todos la utilizamos para trabajar, para estudiar o como un espacio de ocio y divertimento, el fin de la neutralidad nos afecta a todos, no solo en nuestro bolsillo sino principalmente en cómo consumimos Internet, cómo generamos contenido y cómo lo aprovechamos para nuestro día a día. Defender la neutralidad es algo que nos compete, porque nadie defendió la neutralidad de la televisión y hoy somos víctimas de ello teniendo que pagar montos diferenciales por señales específicas, por la calidad de las mismas o simplemente por ver un partido de fútbol. No dejemos que Internet se convierta en una grilla de programación de televisión por cable, defendamos el derecho a tener una internet libre y sin censura.