Hasta hace pocos años, pasados los 40, nadie estaba a salvo de la presbicia y de tener que usar anteojos. Pero el desarrollo reciente de las lentes intraoculares multifocales ya está cambiando para siempre el panorama.
Buenos Aires, mayo 2017.- A medida que vamos llegando a la mediana edad comienza a afectarnos la presbicia: la lente natural del ojo (el cristalino) pierde la elasticidad que permite que se adapte de manera rápida y automática para ver de lejos y de cerca. A partir del momento en que la persona empieza a notar que su vista falla, los anteojos se suelen transformar, más que en una compañía, en un karma permanente: molestan cuando están, pero también, y sobre todo, cuando no están.
La era de la inmediatez en la que vivimos inmersos le agrega a esta cuestión un condimento más. Es necesario atender al instante y sin demora el celular y todas sus aplicaciones, ver las letras tanto para leer un libro como un cartel de tránsito, mirar la hora al despertarse, distinguir –bajo la ducha– la letra milimétrica de un envase para saber si es el shampoo o el acondicionador… Hasta las tareas cotidianas más simples se empiezan a complicar cuando la presbicia aparece. Y depender de los anteojos a cada instante –y no tenerlos a mano– se puede convertir en una verdadera complicación. “Esa suma de alteraciones en la calidad de vida son las que hacen que la persona llegue al consultorio buscando una solución”, explica el Dr. Robert Kaufer (M.N. 83.878 / M.P. 445.193-4)
La primera solución con la que el especialista prueba en las personas con presbicia que no quieren depender de anteojos son las lentes de contacto –que no todos toleran– y, como último recurso, la cirugía. En este sentido, las intervenciones con láser para modificar la curvatura de la córnea son desde hace tiempo una opción, que puede permitir vivir sin anteojos más tiempo. Algunas de las tecnologías usadas permiten incluso darle a la córnea una función multifocal que permita ver por igual de lejos y de cerca. Pero las últimas mejoras que se han dado en el campo de las lentes intraoculares multifocales hacen que hoy éstas sean la alternativa más adecuada y confiable para quienes pueden utilizarlas.
Las lentes intraoculares requieren tecnología de última generación tanto para la intervención en sí como para los estudios de diagnóstico previos, que se realizan a fin de evaluar con suma precisión qué tipo de lente será el adecuado para que el paciente recobre toda la funcionalidad de su visión, de forma definitiva y permanente.
La intervención se realiza con anestesia local mediante gotas, despierto o sedado según la preferencia del paciente, que no siente absolutamente nada durante la operación ni después, primero en un ojo y una semana después en el otro (la presbicia en general afecta a ambos). Allí se colocan las lentes en el lugar correspondiente al cristalino, y apenas pasada la puerta del quirófano, visión normal y vida normal.
Inmediatamente después de la operación los pacientes pueden experimentar algunos efectos visuales, tales como halos en las luces nocturnas: “Son comunes durante las primeras semanas y pueden causarle alguna molestia a alguno de los pacientes”, explica el especialista. Estos efectos ópticos se deben a la forma concéntrica de los anillos de la lente multifocal, y al cabo de un tiempo son corregidos automáticamente por el cerebro a través de un proceso de neuroadaptación: “La visión es un proceso en el que participan el ojo y el cerebro, y este con el tiempo se adapta y deja de percibir esa anomalía que produce el ojo” explica el especialista.
¿Son la solución para cualquier paciente las lentes multifocales intraoculares? Definitivamente no. La cirugía en la que se colocan consiste en reemplazar al cristalino por un elemento artificial que, para corregir un problema funcional, produce una pequeña alteración de la calidad visual. Esta alteración es imperceptible en las personas que no cuentan con ningún otro problema de base en su ojo, pero podría empeorar el resto visual cuando existen otros factores como una afección e la retina o glaucoma. “Esta cirugía sólo es aconsejable en aquellos donde el problema se encuentra únicamente en el cristalino del ojo”, puntualizó el Dr. Kaufer.
Las cataratas son un problema que también se localiza en el cristalino, cuando este pierde su transparencia. Su reemplazo por una lente multifocal puede permitir, en quienes tienen cataratas y presbicia, solucionar ambos problemas a la vez. Asimismo, explica el Dr. Kaufer, la colocación correcta de la lente adecuada permitirá resolver también los problemas refractivos que el paciente pueda tener (miopía, hipermetropía, astigmatismo), logrando así una solución adecuada a sus necesidades y de por vida, porque la nueva lente es inalterable y el resto de los tejidos que conforman el ojo suelen sufrir menos que el cristalino el paso del tiempo: “Normalmente la persona operada viene a control una semana después de la intervención, y después no es necesario vernos más, salvo para el control anual que cualquier persona se debe hacer”.
El Dr. Kaufer lleva una estadística respecto de los resultados del tratamiento, cuya medida en definitiva es la satisfacción del paciente: “El 93 por ciento de las personas que opero nunca más usa un par de anteojos. Hay un pequeño porcentaje que los usa para algunas tareas particulares, pero no depende de los anteojos. Lo que se busca es que la persona pueda realizar todas sus actividades cotidianas sin ellos: leer el diario en el desayuno, afeitarse o maquillarse, ver el tablero del auto al manejar y no tener que depender de ningún objeto cuando va al supermercado o al restaurante. Esa misma persona al llegar a su casa después de un día de trabajo se sienta a leer un libro, y probablemente se ayude con un anteojo si está cansado, pero no necesita de los anteojos para ninguna de sus otras actividades diarias, ni para llenar un formulario si va al aeropuerto”.
De manera que, para quienes sufren de presbicia y están dentro del grupo de quienes pueden realizarse esta intervención, el fin de los anteojos –con plena salud visual y autonomía– es una posibilidad real.