Luego de 8 meses en el que estadounidenses y chinos escalaron en amenazas y represalias comienzan a filtrarse reportes de que ambos estarían en vías de llegar a un acuerdo.
Es verdad que este tipo de conflictos son bastante predecibles y se sabe que cuando el mayor proveedor tiene problemas con su mayor cliente, se impone que lleguen a un acuerdo ya que ninguno de los dos permitiría que esa relación se rompa, o al menos harán todo lo posible. Salvo que ocurra el Populismo, tan de moda por estos días. El problema es saber cuanto tiempo van a durar los reproches y las negociaciones y que efecto pueden generar para los vecinos. En este caso que problemas traerán a la economía y al comercio global.
Anuncios extraoficiales dejaron escapar la posibilidad de una reunión Cumbre entre el Presidente Donald Trump de Estados Unidos y su homólogo Xi Jinping de la República Popular China este mes de marzo en Miami, Florida, con motivo de poner punto final al conflicto, decretando un empate. La pregunta que se impone es cuáles son las razones que han influido en ambos mandatarios y sus respectivos gobiernos para que estén viendo que la mejor decisión sería sentarse a negociar. Algunas de estas cuestiones podrían ser que la economía china se desacelera y se habla de que el crecimiento que estaba previsto del 6,5% para este año podría reducirse al 6 o algo menos todavía. También se especula con que hay reportes en USA que estarían mostrando que este conflicto comercial estaría generando problemas económicos a algunos sectores de la producción estadounidense. Por último no hay que olvidar que estamos en un año electoral para Donald Trump y su gobierno y que podría haber presiones de algún electorado que hoy estaría siendo perjudicado como ya dijimos por este conflicto político comercial entre ambas naciones.
Desde el punto de vista netamente comercial cabe señalar que China depende fuertemente de las exportaciones que realiza a Estados Unidos y lo propio ocurre con el financiamiento de China a Estados Unidos y de los insumos que la industria estadounidense adquiere en china. En tal sentido es importante resaltar que difícilmente exista una interdependencia económica como la que hay entre las dos potencias económicas mas grandes del mundo.
Se han filtrado algunos puntos que estarían acordando y que están relacionados con que China aceptaría comprar más soja a Estados Unidos, a igual que aumentaría su demanda de gas natural. Esto daría como resultado seguramente menos cantidad de soja que China compraría a Sur América, hablando concretamente de Brasil y Argentina. Y esta es una de las amenazas que hubiera sido lo más adecuado pensar y por ende ver de qué manera vamos a afrontarlo. Cuando esto comenzó algunas voces se manifestaban en que esta guerra comercial podía desacelerar el crecimiento global, los más optimistas decían que podrían generarse oportunidades para los países en vías de desarrollo porque abriría oportunidades para productos a los que uno u otro le hubieran puesto aranceles o castigado con alguna tipo de prohibición a la importación. Pero lo que pocos pensaron fue que entre dos gigantes de tamaña magnitud e interdependencia puede haber solo “Acuerdo”, producto de una negociación mas o menos intensa pero que necesariamente llegará al final traduciéndose en un acuerdo. Este mundo de hoy a dejado de ser un mundo de valientes para convertirse en uno de inteligentes. Estados Unidos produce y exporta muchos sectores parecidos a nosotros y China está dispuesta a hacer algunas concesiones a su mayor cliente, que le está reclamando algo de equilibrio en sus números de intercambio.
Es verdad que todavía no han llegado a un acuerdo formal y que todo lo que se ha dicho son voluntades de ambos mandatarios. Pero lo cierto es que cuando existe la voluntad lo demás se hace más fácil.